“Jabes invocó al Dios de Israel diciendo: ‘ ¡Oh, si me bendijeras y
ensancharas mi territorio, y si tu mano fuera conmigo, y me libraras del
mal, que no me dañe!’ Y Dios le otorgó lo que pidió”. 1 Crónicas 4:10
NRV.
Era la persona de la que menos esperábamos esa orden. Literalmente desfallecí, me puse a llorar desesperadamente. Lo único que me vino a la mente era mi pequeña hija. ¿Qué será de ella? Vi a mi esposo con el rostro desencajado por la angustia. Aunque aparentaba tranquilidad, por dentro sufría como yo... y se notaba.
En ese momento, mientras lloraba de dolor y amargura, vino a mi mente la oración de Jabes. E n ese instante de miseria emocional, mientras lloraba de lástima por mí misma, Dios tocó mi corazón. Humillé mi alma, me arrodillé, clamé por sus promesas y le rogué que de verdad me bendijera.
Cuando me levanté, aunque todo seguía igual, yo sentía que mi vida había cambiado. Le dije a mi esposo que debía estudiar Teología y prepararse para servir al Señor, como siempre lo había querido. Ese era su sueño, pero las circunstancias nos lo impedían. Yo estaba dispuesta a apoyarlo incondicionalmente. Confiando en el Señor partimos hacia el seminario. Pasamos por muchas dificultades, pero siempre sentimos la mano de Dios.
Mi esposo terminó sus estudios teológicos e ingresó en el ministerio, y aunque yo no he terminado mi carrera, soy la persona más feliz del mundo. Tanto, que mi segundo hijo se llama Jabes.
Querida amiga, si te angustian los problemas materiales, cae de rodillas y haz la oración de Jabes. El Señor te otorgará lo que le pides.
Rocío Calderón Allcca de Valdez, Ecuador
De Mujer a MujerDevoción matutina para Mujeres 2014
Narrado por: Sirley Delgadillo
Desde: Colombia
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
Narrado por: Sirley Delgadillo
Desde: Colombia
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
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