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viernes, 30 de agosto de 2013

Reflexiones - LA BUENA SUERTE DE FREDDIE



El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión; ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas! (Miqueas 7: 4).
Hay una historia muy reveladora de lo que Dios quiere hacer con nosotros. La cuenta Leo R. Van Dolson en Un llamado al reavivamiento. Un bebé llamado Freddie fue entregado a una agencia de adopción, pero como había nacido sin brazos se lo colocó en la lista de los difíciles de adoptar. Francés y Edwin Pearson llegaron a la agencia en busca de un niño. La señora Pearson le echó una mirada llena de orgullo a su marido, de porte atlético, y dijo que sería buen padre para un varoncito.

Los Pearson admitieron que no tenían mucho dinero, pero la esposa insistió, diciendo:

—Tenemos mucho amor... ¡Lo hemos ahorrado!

La trabajadora social entrevistó concienzudamente a la pareja y, finalmente, les dijo que había disponible un niño de trece meses. Los Pearson estaban entusiasmados. Entonces sacó la fotografía de Freddie, y les dijo:

—Es un chiquillo maravilloso, pero nació sin brazos.

Los Pearson estudiaron detenidamente la fotografía.

—Podría jugar fútbol —sugirió la señora Pearson.

—Los brazos no son tan importantes. Se las podrá ingeniar sin ellos. Si le faltara la cabeza sería otro asunto. Le podemos enseñar un montón de cosas —añadió el señor Pearson.

—¿Les parece que podrían acogerlo, entonces? —preguntó la representante de la agencia.

—¿Podríamos? ¡Podríamos! —respondieron los Pearson—. ¡Lo necesitamos!

Así fue como la feliz pareja acogió a Freddie en su hogar y sus corazones.

Dios nos necesita. Seis mil años de degradación nos han desfigurado, estropeado y deformado. ¡Pero Dios nos necesita todavía! Quiere recibirnos para sanarnos completamente.

Dios discute con nosotros como en los días de Miqueas: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¡Dime en qué te he ofendido!» (Miq. 6: 3). La tragedia es que millones preferirán quedar deformes y torcidos como el espino y la zarza, negándose a ir a Cristo para que los adopte y los sane verdaderamente en el seno de su familia. Dios quiere ayudarnos y salvarnos más de lo que nosotros jamás podremos comprender. ¿Ya escuchaste y aceptaste su llamado? Si no, apresúrate, porque el tiempo apremia. No necesitas buena suerte, como Freddie, sino fe en Jesucristo.

Narrado por: Daniel Ramos
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